11 Abr PANADERÍA SERVIPAN : LA NOBLEZA DE UN PADRE PANADERO
Fundada el 14 de febrero del año 1844 por el presidente Manuel Bulnes Prieto, la comuna de Buin es una de las más antiguas de la Región Metropolitana, perteneciente a la provincia de Maipo, esta localidad se caracteriza por sus construcciones antiguas, vida apacible y un entorno donde reina la naturaleza. Quienes viven en Buin son en su mayoría personas que nacieron en esta comuna. La tranquilidad que les entrega la tierra que los vio nacer, la cercanía con sus vecinos y la vida de barrio son tesoros que aun mantienen. Es aquí donde nació el año 1933 nuestro entrevistado don Armando Pérez Carrasco, dueño de la panadería y pastelería SERVIPAN.
Ingresando a la panadería lo primero que puedo ver es al señor Armando, sentado, tomando una taza de café y con una marraqueta en la mano, sola sin ningún ingrediente, ya que para él una buena marraqueta no necesita más que su crocante textura y agradable aroma.
“El campeón” como le dicen sus amigos, debido a su pasado como boxeador amateur, es un hombre alto, con una vitalidad que sorprende y a pesar de sus largos años, sigue al pie del cañón. Apasionado por los deportes, no solo practicó boxeo, también fútbol y ciclismo, pero sin duda, su pasión más grande ha sido la panadería.
La historia de este hombre bonachón, está cargada de momentos memorables, alegres y también tristes, como la muerte de un hijo, que solo con recordarlo inmediatamente sus ojos brillan por la emoción.
Desde muy joven el destino fue encaminando su vida, como por ejemplo cuando conoció a su esposa, a pesar de que ambos eran de Buin, se conocieron en el Estadio Nacional mientras hacían la fila para entrar a un clásico universitario. Ahí comenzó un largo romance entre un chuncho de corazón y una hincha de la Universidad Católica, que aún no termina y solo hizo una pausa hace 8 años atrás cuando su mujer falleció, marchándose de este mundo pero no de su corazón.
El padre del señor Armando, Pedro Pérez, era maestro panadero e incluso fue elegido el mejor a nivel nacional “cuando tenía 14 años comencé a tomarle el gusto a la panadería” en sus horas libres acompañaba a su padre al trabajo “era una época donde no había avances tecnológicos, mi papá tenía que hacer la levadura a mano y dejarla lista para el otro día. Se pelaban papas, estas se tiraban a un tremendo barril de madera y se comenzaba a revolver con una sustancia lechosa, mientras tanto yo iba descociendo los sacos. Con esa plata que ganaba, destinaba 50 pesos mensuales para pagar clases de boxeo”.
Con el tiempo y una vez que salió del colegio, Armando, rindió exámenes en la Escuela de Artes “mi papá me preguntó como me había ido y le respondí la verdad, pésimo” fue ahí que comenzó su verdadera vida como panadero, ingresando a trabajar en la misma panadería de su padre, donde se mantuvo por 18 años, hasta que tuvo una oportunidad laboral para entrar a la mina El Teniente de Rancagua estando otros 18 años “trabajo que me permitió ahorrar y una vez que me retiré, pude instalar mi propia panadería hace más de 33 años atrás”
Solo con una maquina revolvedora, una sobadora y un horno de dos pisos inició el negocio “ partí con lo esencial, me levantaba a las tres de la mañana para tener el pan listo a las 6:00 am. Mi señora estaba en la caja, yo preparaba el pan” la producción comenzó a subir y poco a poco fue ampliando el local hasta llegar a ser, lo que hoy es Panadería SERVIPAN, una de las más conocidas en Buin, por su alto nivel de producción, la nobleza y calidad de sus productos.
Trabajo que fue reconocido el año 2014 cuando fueron escogidos por tener la mejor marraqueta de Santiago, premio que a este panadero de “tomo y lomo” le movió el piso “me sentí figura publica durante un mes, todos los días venia la televisión, la prensa escrita, la radio, autoridades de la comuna, diputados, concejales, de todo”.
Mientras continuo entrevistando a Armando, él hace una pausa, para entregarme un consejo sobre como detectar una mala marraqueta “sabe usted cuando una marraqueta está muerta, uno le hunde en dedo y si esta no tira para arriba significa que está muerte. Mire yo estoy vivito” (hunde su dedo en su estomago y sonríe).
Han pasado más de seis lustros desde que SERVIPAN horneó su primer canasto de marraqueta, sin embargo el señor Armando sigue a la cabeza del negocio, apoyados por cuatro de sus cinco hijos “una de ellas esta en España, el resto trabaja codo a codo conmigo”, es el caso de Pedro Pérez, quien acompaña a su papá todos los días, es el primero en llegar a la panadería, a eso de las 5:00 a.m, abre el negocio y está todo el día coordinando lo necesario para mantener el negocio familiar “trabajar con mi papá es un agrado, es una caballero, correcto, con un trato amable y respetuoso con todos los que trabajamos aquí, nunca pone una mala cara, siempre esta de buen humor, tiene un genio extraordinario, nunca ha dicho una mala palabra, mi papá me enseñó que se puede llegar a un producto de calidad con un buen trato y respeto” señala Pérez hijo, quien agrega que el trabajo panadero siempre hay que hacerlo con dedicación y profesionalismo. Sin embargo, cada día se hace más difícil debido a la escasa mano de obra “es un desafío que tenemos no solo nosotros, también las autoridades, ellos deben generar las instancias que permitan capacitar a nuevos maestros, que los jóvenes se interesen por la actividad, ya que la falta de mano de obra es la principal amenaza que tenemos para la continuidad de la actividad”
“La panadería me ha dado grandes satisfacciones, es un trabajo sacrificado, pero lindo” asegura don Armando Pérez, un caballero del pan, quien a pesar de su edad, aún no piensa dejar el negocio “siento que todavía hago falta, solo con el sonido, puedo saber cuando está listo un canasto, además siempre hay que estar revisando el fundo”.